El Partido Popular (PP) de Extremadura ha obtenido los mejores resultados de su historia en esta comunidad autónoma, pero sus posibilidades de gobernar se tambalean por la amenaza de un hipotético acuerdo entre los socialistas e Izquierda Unida. Los populares han crecido en número de votos y en diputados mientras que el PSOE ha perdido 8 escaños en cuatro años.
El varapalo electoral recibido por el PSOE es aún mayor si se tienen en cuenta tres factores esenciales. Primero, Fernández Vara no es un candidato quemado, sino un presidente renovado hace tan sólo cuatro años. Segundo, Extremadura es un feudo tradicionalmente socialista donde el PP ha tenido nulas posibilidades de gobernar hasta ahora y, tercero, los socialistas han perdido la Diputación Provincial de Cáceres y grandes ciudades consolidadas como la capital de provincia, Plasencia, Coria, Trujillo o Moraleja, donde los ciudadanos han castigado la corrupción y los pactos contra natura.
El coordinador regional de IU en Extremadura, Pedro Escobar, reiteró a lo largo de la campaña electoral que no apoyaría ni a la "derecha declarada ni a la camuflada", en referencia al PSOE y al PP. Pero el enorme poder que le otorgan los 3 escaños conseguidos le sitúan en el punto de mira porque su principal reivindicación, que es el "no" a la refinería, coloca en la encrucijada a un PSOE que, de retroceder, tendrá que dar explicaciones a su electorado.
El PP reivindica su derecho a formar gobierno e IU el suyo para manejar la llave que abre la puerta del parlamento extremeño. Y mientras tanto, el PSOE se tambalea y comienzan las luchas internas de quienes, catana en mano, reclaman la dimisión de Juan Ramón Ferreira y de otros dirigentes del partido.
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