lunes, 7 de abril de 2008

Esos señores de negro


Cuando televisiones no había más que una, como las madres, el fútbol local cobraba los domingos un protagonismo que hoy no tiene. A Ufarte, Capón, Gárate y Reina, entre otros atléticos, les seguíamos casi siempre por la radio porque nuestro espectáculo del vivo y el directo estaba en el "campo escolar", o lo que es lo mismo, en el mal cuidado albero que hacía las veces de campo de fútbol en el pueblo. En más de una ocasión tuve la oportunidad de ver al árbitro en el pilón porque el resultado del encuentro no había sido del agrado de los espectadores locales.

Cuando fui perdiendo interés por todo cuanto rodeaba a estos señores de negro, descubrí que en el mundo había muchos más colores que árbitros, que ya es decir. El prisma de la realidad se supeditaba a miles de interpretaciones, de modo que un mismo hecho era narrado hasta cien veces de forma distinta si el suceso en sí era preguntado a otras tantas personas. Entonces aparecieron ellos, los otros señores de negro, los de verdad, los que imponen Ley y Orden con mayúsculas. Y descubrí que, del mismo modo que el resultado de un partido de fútbol varía en función de quien lo pite, las sentencias judiciales se mueven desde la más dura condena, al más feliz de los sobreseimientos de causa, todo ello dependiendo, no sólo del nombre y apellidos del señor de negro que las dicta, sino también de la identidad y gallardía del sujeto que las soporta. Desde entonces prefiero el esperanzador verde al luctuoso negro, los partidos de fútbol a los juicios de intenciones y, por supuesto, los árbitros a los jueces.

Un entrañable amigo que asistió a una vista supo, por un gesto de desprecio del árbitro que mandaba en la sala, que su sentencia era condenatoria, a pesar de que su abogado se empeñaba en defender lo contrario. Hay un caso más peculiar, el de un señor que, vestido de negro, utiliza más la campanilla que los monaguillos en el tardofranquismo, cuando Carmen Polo iba a El Pardo a oir misa de una todos los domingos; cruel y vengativo, dicta sentencias como el que plagia libros por el método del "copia y pega" y justifica las andanzas de sus protegidos para que siempre, sin excepción, caiga el peso de la prueba sobre quien no le merezca aprecio. Muy cerca de nosotros, un señor de negro un tanto despistado fue descubierto por un funcionario que tuvo que eliminar de un procedimiento las fotos de chicas desnudas que Su Señoría Ilustrísima (muy cansadísima, seguro) había utilizado para separar las partes en que se dividía el asunto. El colmo fue el descubrimiento fortuito, por un magistrado, de una conversación entre una jueza y un amigo suyo al que habían intervenido el teléfono y que, como suele pasar cuando el corporativismo manda, quedó condenado al hermetismo más secreto. ¿Todavía se sorprenden de lo de la niña Mari Luz?

lunes, 24 de marzo de 2008

El noble oficio de contar cosas


Hemos llegado a padecer una situación, esta de hoy en día, en la que resulta difícil diferenciar en un medio lo que el periodista nos cuenta de aquello que se ve obligado a contar. Tan importante es discernir información de opinión como información de publicidad, pero ya no es posible que un lector u oyente establezca diferencias porque los medios camuflan interesadamente aquello que les resulta propicio.

Los anunciantes de un medio de comunicación, lejos de ser meros espectadores de su inversión, parecen actuar, en numerosos casos, como accionistas del periódico o emisora que les protege y ampara; es cuando presumen de "tenerle comprado". Se trata de una "adquisición temporal" del medio que se prolongará en función de la duración del contrato publicitario. El anunciante, hoy en día generalmente político, toma las riendas de un negocio que le debería resultar ajeno por el simple hecho de tener la oportunidad de contribuir con el dinero de todos a pagar las nóminas del medio.

A tan humillante situación contribuyen, con mayor o menor aceptación, los periodistas, que son el vehículo que intenta dar credibilidad a un hecho ante el receptor para transformar la información en publicidad y la opinión en información. De este modo no se garantizan ni pluralidad ni independencia, pero sí subsistencia y salarios, que al fin y al cabo es lo que cuenta.

Hace ya mucho tiempo que descubrí que el oficio de periodista no es tan noble como creía. Los informadores se hacen eco de miles de hechos pero ignoran los que les rodean con el falso ideario de que el periodista nunca es noticia.

Al periodista, en la actualidad humillado, maltratado, vapuleado profesional y éticamente, se le escapa su profesión por falta de empresarios con dignidad y por la escasez de medios económicos que nos toca vivir. A las empresas periodísticas les queda por delante el noble oficio de anteponer los intereses periodísticos a los comerciales jugando sus bazas con la inteligencia y profesionalidad suficiente como para que no se resquebraje el porvenir de quienes de ella dependen y sin tirar la dignidad del informador por los suelos.

jueves, 13 de marzo de 2008

La cruz de la pasión

El municipio de Torrecilla de los Ángeles, en la comarca de Sierra de Gata, no representará este año "La Pasión de Cristo", una esceneficación teatral que desde hace 21 años ponían en escena los propios vecinos. Gran pecado habrán cometido lugareños y forasteros para verse privados de una representación que, si me apuran, podía haber sido declarada Fiesta de Interés Turístico Regional por la Junta de Extremadura; al menos, eso pretendió durante años el ex-alcalde José Luis Bravo Matías (PP).
La pregunta que todos se hacen pasa por averiguar qué ha ocurrido en Torrecilla este año para que se abra esta crisis sacra que despoja a la Sierra de Gata de un auténtico atractivo turístico en la noche del Jueves Santo. La respuesta es bien sencilla: hubo elecciones municipales el pasado mes de mayo y un cambio en la alcaldía.
Se da la circunstancia de que Bravo Matías fue durante la práctica totalidad de años de representación, no sólo el alcalde, sino también el director teatral de "La Pasión". Su decisión de no aspirar a la alcaldía en los últimos comicios abrió la puerta a un cambio político que llegó de la mano de su rival, Paulino Gómez (PSOE), que hace unas semanas remitió una carta a la Asociación de Amigos de La Pasión que preside Óscar Martín, que tomó las riendas del PP de Torrecilla de los Ángeles.
El ex-alcalde popular acusa a su sucesor socialista de haber provocado la situación por no haberle telefoneado para pedirle que siguiera con las representaciones y argumenta que, aunque vive en Cáceres desde hace meses, podría haber hecho un esfuerzo si le hubiese llegado la propuesta.
El alcalde actual dice que ha puesto todos los medios económicos y materiales del municipio a disposición de la asociación e insiste en que su petición formal se hizo a través de un escrito.
El rival político del alcalde, Óscar Martín, que no pudo llegar a la alcaldía, se excusa con el argumento de que el escrito debería haberse dirigido al director teatral, ya que la asociación es un colectivo que se constituyó esencialmente para captar subvenciones.
Unos y otros han dejado la casa sin barrer y, lo que es peor, han tapado un desencuentro político que, de no haber sido desvelado por Radio Interior, habría podido llegar hasta la víspera misma de la celebración. El daño que las malas mentes de la política han hecho a toda una comarca no se olvidará fácilmente por quienes no ven en el asunto más que una guerra pueblerina de intereses partidistas.
Sepan que si difícil resultaba antes conseguir la nominación de Fiesta de Interés Turístico Regional, ahora se torna imposible. Nadie en su sano juicio otorgaría esta declaración a una "fiesta" que, según han demostrado, no está consolidada pese a sus 21 años de historia y está sujeta a los vaivenes de unos y otros.